Vibrantes almendros,
cansados olivos,
escarchados los
trigos.
Que azotados en
el tiempo,
agonizáis en el
silencio,
consumidos por
el frio,
agitados por el
viento.
Aún perdura el
recuerdo,
de aquellos
duros inviernos
marcados estáis
aún
en la sabia del
mí cuerpo.
Suaves
almendros,
verdes olivos,
germinan los trigos.
Que brotando
nacéis en vida,
y marchitando
morís en muerte,
dando frutos y
semillas,
que alimentan mientras duermen.
Aún añoro tus
caricias,
en aquellas
primaveras,
madurando las delicias,
soñado que me
quisieras.
Sedientos
almendros,
marchitos
olivos,
dorados los
trigos.
Que el sol,
amigo del fuego es,
quemando y abrasando,
como hermanos
que tiene sed,
buscando la
sombra antes de pereced.
Aún el agua
refresca,
cansada de
tantos besos,
los estivales
intensos,
cantados por los maestros.
Pálidos
almendros,
tristes olivos
ausentes los
trigos
Que soledad, la
de tu viento,
qué tristeza, la
de tus arboles,
naufragando, en
silencio,
sin rumbo,
siendo cobarde.
Aún tus hojas
palpitan en el aire,
el otoño no ha
llegado a su fin,
cansadas, pero
te quieren,
prefieren morir
por ti.
¡¡¡Precioso!!!
ResponderEliminarSensibilidad y belleza.
Enhorabuena.
Saludos.
Mari Carmen.