martes, 29 de noviembre de 2011

Por los campos de mi infancia



Soñar quisiera esta noche
un campo verde esperanza
un jilguero rama a rama
y un sol abrazante al alba,
perdigones junto al surco
codornices en la charca
los relinchos de caballos
parda y blanca la escarcha,
que el viento revolotee
mientras la hojas descansan
y mis sueños se paseen
por los campos de mi infancia.







jueves, 24 de noviembre de 2011

La tarde gris...



La tarde 

Algodón gris, espuma gris
tarde gris.

El silencio se hace dueño
del trino y el aire
dormitan te sueña y descansa
en su escala de furias.

Toda calma, invita a pensar,
y toda agua, ayuda a
brotar, los verdes, pardos
y colores de más,
aumenta en un grado
el flujo de intensidad.

Rayados azules, poco más,
ausentes los rayos,
dorados quizás,
pesados los brazos,
sin ganas de hablar,
la tarde esta triste
la quiero escuchar.






domingo, 20 de noviembre de 2011

El poder de la imaginación


Parad y pensad, ¿Cómo soñar despierto? ¿Hacer realidad nuestros sueños? ¿Ser dueños del tiempo? La respuesta es más sencilla de lo esperado. Hay que viajar. Viajar al mundo de la imaginación, donde todo está permitido y puedes sentir el placer de jugar a ser Dios.
Todos los días imaginamos aquellas cosas que soñamos, quizás ambas se nutran recíprocamente una de la otra, quién sabe, solo sé una cosa a ciencia cierta, la vida sin imaginación es pura tristeza.


Cielo.

Miro al cielo, veo cielo
imagino cielo, y os veo a vos.

Insultante en el firmamento
alumbrando lunas y estrellas
cual faro que guía el lamento
del naufrago marchito en pena.

Angustia siente el aire de ser cielo,
la brisa de ser tormento,
mis besos, de ser tus beso,
 y los  suspiros de pensamientos.

Yo que siempre imito al Sol
que acaricio todo con mi espectro
que maduro al inmaduro
y marchito al muerto.

Yo que siempre imagino cielo
y os veo a vos.

Déjame rosar con mis dedos
tu universo,
mirar a los luceros
soñar con mis versos
dilatados en al aire
en busca de tu encuentro,
yo que siempre imagino cielo
y solo hayo recuerdos.



sábado, 19 de noviembre de 2011

Prólogo


Desde hacía tiempo me venía asechando la idea de recolectar todos aquellos pensamientos inusuales que a lo largo del tiempo han brotado de manera efímera y que hoy recojo en este diario.

 Todavía recuerdo aquella primera vez que manche con tímidos versos una libreta, no sé porque, me gustaba escribir con carboncillo, supongo que me daba recogimiento. Eran versos de amor, que esparcidos por todos los rincones intentaban evadirse de la regla, y la verdad, me alegro de que fuera así. Toda sencillez aumenta la verdad.

 Creo que un  poema se asemejaría a un sentimiento suspendido en tiempo y que es recogido en por los símbolos de la escritura, pero esta definición es y será insuficiente por muchos matices barrocos que añada.

Para mí, la palabra diario es sinónima de poesía, que es una poesía sino un diario de sentimientos. Al escribir un poema plasmamos nuestros sentimientos en papel, y al pasar el recuerdo volvemos a vivir el tiempo pasado. ¿No es ese el fin para el que se escriben los diarios? Me gusta imaginar que sentiré cuando el tiempo pase y vuelva a recordar, intentando dar sentido a tanta alegría o a tanta pena. Sería curioso poder responder a esta cuestión a día de hoy, pero por alguna razón existe el tiempo y somos mortales. Solo parcialmente somos veletas.

Con cada estación brotas semillas, igualmente brotan poesías, cada una de ellas es especial, pues no comprenden el tiempo y aun siendo hermanas no comparten el mismo padre. Cada palabra, verso o estrofa brota anímicamente del presente, pasado…hoy comprendo que la vida son estados de ánimos; y los poemas sus sinónimos perfectos.

Gracias, gracias a ti Neruda por amamantar de ilusión mi poesía, y como no, a ti amigo Benedetti porque en la calle codo a codo somos muchos más que dos.

Hoy solamente comprendo una sola afirmación. La poesía es hermosa por sí sola, se nutre de ella misma y renace cuantas veces quiera en el éxtasis del poeta. He aquí el misterio que la envuelve.